El Catedrático en Química Analítica, Miguel de la Guardia concede una entrevista a El Huffpost en la que analiza cuáles deberían de ser los pasos a seguir en la lucha contra el tabaquismo en base a sus análisis e investigaciones, y valora la importancia y el impacto positivo de las prácticas de daño reducido y las alternativas como el tabaco calentado o los vapeadores en el proceso de dejar de fumar cigarrillos tradicionales.
Miguel de la Guardia, Catedrático en Química Analítica por la Universidad de Valencia. Foto por: A. Pérez Meca – Europa Press
“Antes de nada, me gustaría decir que el tabaquismo es una lacra para nuestra sociedad, que hay que eliminar”. Esta ‘simple’ reflexión, que cualquier persona suscribiría aplicando el sentido común, ha sido el inicio de una productiva e interesantísima charla con el Doctor en Química y Catedrático en Química Analítica por la Universitat de Valencia, Miguel de la Guardia, quien cuenta con más de 900 trabajos publicados en revistas del Science Citation Index, además de 4 libros, 29 tesis doctorales dirigidas, así como decenas de miles de citas en infinidad de estudios.
El Dr. De la Guardia es considerado como una de las voces más respetadas y reputadas del mundo en su campo gracias a la infinidad de trabajos en los que ha participado, y cuyo principal eje de estudio se ha centrado en la investigación y análisis acerca del impacto del tabaquismo en la sociedad, así como las alternativas existentes para reducir la tasa de fumadores, como pueden ser los cigarrillos electrónicos, vapeadores, etc.
En primer lugar y para situar el contexto en el que se encuentran gran parte de los países europeos acerca de la regulación contra el tabaquismo, hay que señalar que esta lucha, apoyada por gran parte de la población europea, cuenta con algunos aspectos que están siendo especialmente discutidos por los expertos: cómo abordar el problema del tabaquismo, si establecer o no una legislación más dura y restrictiva contra esta práctica, si aumentar o reducir los espacios libres de humo, etc.
Si nos centramos en clave española, es necesario recordar que el Ministerio de Sanidad, encabezado por Mónica García, señaló hace unos meses que España iba a llevar a cabo un reforzamiento de la ley antitabaco, ampliando los espacios libres de humo a zonas públicas, terrazas o parques, una medida que podría entrar en vigor antes de que acabe este año 2024.
Esta medida, que ha suscitado mucha polémica, establecería el fin de las terrazas hosteleras como lugares en los que se permite fumar, algo que no ha sentado especialmente bien en el sector hostelero, y que, además, incluye la prohibición de ciertas prácticas como el uso de cigarrillos electrónicos o vapeadores que, a ojos de muchos expertos en la materia, entre los que se incluye el Dr. De la Guardia, “no tienen base científica”, ya que tal y como apunta el Doctor, hay un consenso generalizado en la comunidad científica en que “lo que mata es el humo (una vez se enciende el cigarro de combustión)”.
Por todo esto, para el Dr De la Guardia es “injusto escribir con trazo grueso y meter todas las alternativas en el mismo saco, ya que existen evidencias científicas de que la incidencia de los métodos alternativos a los cigarros de combustión (tabaco tradicional) en los fumadores pasivos es mínima en espacios cerrados, que es lo que hemos estudiado. Por esto, es complicado entender este tipo de medidas”, asegura.
– El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, anunció una serie de medidas acerca de la regulación del espacio libre de humedad del Ministerio de Sanidad. Textualmente dijo que se impulsará la prohibición de cigarrillo electrónico desechable y su saborizante. ¿Cómo percibe usted, en base a sus estudios realizados el impulso a este tipo de regulaciones?
– Antes de nada, mes gustaría decir que que el tabaco es una lacra para nuestra sociedad, que hay que eliminar y que nos cuesta la vida de muchos miles de personas al año, con lo cual hay que terminar con esa práctica y sobre todo, evitar que la gente joven se incorpore a esas prácticas. Dicho lo cual, la realidad de que hay muchos fumadores activos en nuestro país nos obliga a tratarles con el respeto que se merecen. Restringir los espacios en los que se puede fumar es algo que a la larga incluso los fumadores lo agradecen. Pero lo que no se puede es escribir con trazo grueso y meter todo en el mismo saco. Es decir, una cosa es fumar tabaco de combustión y otra cosa son los medios que pueden legítimamente, utilizarse para dejar de fumar.
– Es decir, que considera un error que las alternativas sean reguladas y consideradas igual de dañinas que el tabaco tradicional…
Sí. A esto lo llamamos prácticas de daño reducido, y habría que indicar que tanto el vapeo de disoluciones de nicotina como el tabaco calentado o no quemado suponen posibilidades para que la gente deje de fumar. Yo creo que el legislador debería aprovechar la oportunidad para no decir que todo es igual, sino prohibir y limitar los espacios y prohibir el acceso de tabaco a los jóvenes creando las condiciones adecuadas. Yo creo que prohibir es siempre el último recurso de los que no saben enseñar. Además, equiparar tabaco calentado, de combustión y vapeo es un poco absurdo y debería basarse la opinión en una serie de medidas.
– ¿Qué señalan sus estudios en este sentido? ¿Cómo saben que la diferencia entre consumir un tipo de tabaco y otro es tan elevada?
Nosotros hemos trabajado sobre marcadores de riesgo en en orina de antiguos fumadores empedernidos durante años, y que en el último período se habían pasado al vapeador. Y comprobamos que muchos de los marcadores de riesgo disminuían, incluso llegaban a niveles comparables con los de los no fumadores.
– ¿Qué impacto y consecuencias tiene fumar cigarros de combustión en un fumador a lo largo de los años?
En nuestro último trabajo evidenciamos que como mínimo, si ha sido un fumador empedernido, tardarás del orden de 12 años en eliminar marcadores de riesgo del organismo. Con lo cual no estamos hablando de ninguna tontería. Es decir, un muchacho que empiece a fumar a los 18 años luego sabe que llegará a los 30 años y seguirá teniendo riesgo a pesar de que haya dejado de fumar.
– Otro tema importante, y casi central en este asunto es el de los fumadores pasivos: ¿Qué incidencia tiene utilizar estas alternativas en ellos?
Es un tema que nos preocupa. Publicamos un par de estudios de fumadores que usaban cigarrillo electrónico y otros con tabaco calentado en un espacio cerrado donde hay una persona fumando y otra persona que está trabajando. Después de realizar la acción, comprobamos que la presencia de partículas en suspensión por parte del fumador de tabaco calentado era de 600 veces menos con respecto al fumador de tabaco de combustión. En el caso del fumador pasivo de tabaco calentado estamos hablando de una concentración 3200 veces menor en su aliento, lo cual pone en duda que el ‘fumador pasivo’ de tabaco calentado esté sometido a un gran impacto en un espacio cerrado. Todo esto nos lleva a la conclusión de creer que prohibir e igualar el tabaco calentado y el vapeo al tabaco de combustión es injusto. Además eso rompe una de las posibles salidas para los fumadores.”Si ha sido un fumador empedernido, tardarás 12 años en eliminar marcadores de riesgo del organismo”
Dr. de la Guardia, Catedrático en Química Analítica por la Universitat de Valencia
– ¿Cree que es necesaria una educación en este sentido, que además, ayude a evitar que los jóvenes no fumadores caigan en estas prácticas?
Sí, totalmente. De hecho es algo que nos preocupa especialmente: el incremento del uso de vapeadores en jóvenes no fumadores. En este sentido, hacen muy bien en poner sobre todo la educación al servicio de evitar que los jóvenes fumen, pero hace mal cuando no le da una puerta de salida a los fumadores porque, ¿qué hacemos con todos los fumadores? ¿Seguir atendiéndolos en en la sanidad? Yo creo que es mejor que que dejen de fumar y la cesación ‘a las bravas’, según mis conocidos fumadores, es bastante complicada.
– Con todos estos datos que usted aporta, llama más aún la atención que incluso la Comisión Europea se haya puesto a favor de de implantar medidas que regulen los métodos alternativos de la misma forma que el tabaco tradicional porque, si no responde a ningún estudio científico, ¿a qué cree usted que puede deberse?
Yo creo que hay una una sana intención de proteger la salud de los ciudadanos, pero hay que proteger tanto la salud de los no fumadores como la de los de aquellos que están consumiendo un producto que, recordemos es legal y paga impuestos. Con lo cual lo que no podemos es considerar a un fumador como un apestado. Es un ciudadano y es un contribuyente y a partir de ahí hay que cuidarlo: hay que preocuparse por su salud y hay que darle argumentos para que no fume, pero hay que darle puertas de salida. A mí me preocupa que el Ministerio en ningún momento haya facilitado datos de la capacidad que tienen para la cesación en el hábito de fumar los psicofármacos, los parches, los caramelos, chicles, el vapeo o el tabaco calentado.
– En cuanto a la concentración de nicotina, que en definitiva es lo que genera adicción, ¿hay gran diferencia entre un cigarrillo tradicional y un vapeador o un cigarrillo electrónico?
En la concentración de nicotina en el tabaco había una trampa. Nos decían que este cigarrillo contiene un miligramo, pero cuando empezamos a trabajar sobre el tabaco de combustión, nos dimos cuenta de que un cigarrillo normal contiene entre 14 y 17 miligramos de nicotina y que lo que decía el paquete era que en condiciones estándar, el fumador dejaba en su organismo un miligramo de nicotina por cigarrillo. En el caso del tabaco calentado, la concentración de nicotina es similar pero, como nosotros decimos, la nicotina no es que no mate, sino que en la proporción en la que está en estos productos, no pueden matar a un ser humano. No mata la nicotina, mata el humo.
– Quería preguntarle acerca de unas recientes declaraciones de una colega suya que aseguraba que muchos de los pacientes (jóvenes) que tenía, consumían este tipo de producto: cigarrillo calentado o de vapor y que presentaban una sintomatología respiratoria muy similar a la de gente que fuma tabaco de combustión, ¿qué opina de estas afirmaciones. tener el efecto del tabaco?
Lo primero, todo el respeto a la opinión de cualquiera. Uno tiene que escuchar a los colegas y ver cuáles son sus opiniones. Es verdad que, por ejemplo, con el vapeo, se habló de que había una enfermedad asociada. Luego se descubrió que esa enfermedad asociada se debía al vapeo de extractos de marihuana enriquecidos con vitamina B. Yo comprendo que sobre todo los neumólogos estén muy preocupados por sus pacientes y traten de evitarles sufrimientos, porque ellos ven a fumadores que tienen un estado de salud y una calidad de vida muy reducida, pero hay que distinguir. Esos síntomas se presentan en fumadores empedernidos que se han pasado al vapeo.
Evidentemente, van a tardar entre 10 y 12 años en depurar su organismo, con lo cual no se puede culpar a la última práctica, sino a la práctica de origen. En segundo lugar, si algún médico o colega tiene estos datos lo que tiene que hacer es publicarlos.
– Respecto a las leyes impulsadas y que parece que tendrán su entrada en vigor en un corto plazo de tiempo, ¿cree que deberían revisarse nuevamente y ‘reconsultar’ a los expertos?
Yo creo que nuestros ministerios están muy ansiosos de producir normas, pero las normas tienen que basarse en datos, sino tendrán que ser revisadas. Por eso yo animo a que el Ministerio sobre todo, favorezca que las unidades antitabaco no solo pregunten si ‘¿Usted fuma y cuánto fuma?’ Lo que tienen que hacer es ensayar sistemas de abandono del tabaco de combustión. Además, tienen que hacer estudios biométricos acerca de cómo afecta a la capacidad pulmonar el fumar una cajetilla de cigarrillos al día o cada dos días, o fumar una cajetilla de tabaco calentado al día o cada dos días. Entonces sí que se puede hablar con autoridad. Lo otro, y con todo el respeto, son opiniones.
Por Javier Hernández Fuente: Huffingtonpost