Más de 562.500 españoles usaron habitualmente dispositivos de ‘vapeo’ en 2018. El sector factura ya más de 88 millones de euros en nuestro país y a nivel global las previsiones apuntan a que este nicho moverá 30.000 millones en 2021
Una nueva nube blanca, densa y de aromas diversos se abre paso en las aceras de toda España. El negocio del cigarrillo electrónico ha duplicado su negocio en nuestro país en los últimos cuatro años, a pesar de existir posturas enfrentadas en el sector médico sobre sus efectos para la salud.
El número de vapeadores (fumadores que recurren a sistemas electrónicos de inhalación en sustitución del tabaco) se situó por encima de las 562.500 personas en 2018 y el sector factura ya más de 88 millones de euros en nuestro país, según los últimos datos de la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV).
Un crecimiento medio del 25% anual que ha permitido el despegue de estos dispositivos después del desplome registrado en 2014, cuando se aprobó la directiva europea que reguló por primera vez los cigarros electrónicos. Una normativa que impuso limitaciones en los puntos de venta y uso, así como la cantidad de nicotina máxima permitida en estos dispositivos, y fijó controles sanitarios a todos los cigarrillos electrónicos, vapeadores y líquidos empleados para la vaporización, entre otras medidas.
«Este año 2019 también se está produciendo un crecimiento sostenido en el número de usuarios. Estamos viviendo una segunda etapa dorada en el sector en la cual el cigarro electrónico se ha consolidado como alternativa al tabaco», afirma Arturo Ribes, presidente de UPEV.
La patronal del sector contabiliza ya más de 560 tiendas especializadas y pymes que dan empleo a 4.480 personas en nuestro país y en las que se venden «vapers». Aparatos electrónicos que constan de un atomizador donde se vaporiza un líquido que consta de propilenglicol, glicerina y nicotina. A los que hay que sumar los dispositivos de tabaco con cartucho que funcionan por calentamiento y que las grandes tabaqueras venden en los estancos.
Un negocio global de 30.000 millones
British American Tobacco (BAT), Philip Morris, Japan Tobacco International (JTI) y Altadis, las cuatro grandes del sector, comercializan distintas modalidades de cigarrillos electrónicos y ven en esta modalidad el pilar de su futuro negocio ante el crecimiento mundial de este fenómeno. El productor de Marlboro, por ejemplo, ha invertido 5.300 millones en los últimos diez años para dirigir su negocio hacia los dispositivos electrónicos.
De acuerdo a la consultora Euromonitor, en 2011 apenas había seis millones de usuarios de cigarrillos digitales en todo el mundo. En 2018 ya eran 38 millones de personas y se espera que la cifra roce los 55 millones en 2021. Las previsiones apuntan a que este nicho moverá cerca de 34.000 millones de dólares a nivel global (casi 30.000 millones de euros).
«Las grandes tabaqueras están desplegando todo su potencial en los estancos. Para nosotros, como productores y vendedores independientes, que ofrecemos un producto tecnológicamente más sofisticado, la competencia es buena. En ambos casos lo que estamos haciendo es recoger a personas que quieren dejar el tabaco por un producto de vapeo», señala el presidente de UPEV.
El caso de Reino Unido
Paradójicamente, el responsable de la patronal de productores independientes de vapeo atribuye el auge a la regulación del sector desde 2014. «Hoy se ofrece calidad y seguridad. Antiguamente podía haber productos que no pasaban ningún control sanitario, pero hoy todos los productos que se venden son registrados por la UE».
El 96,3% de los vapeadores españoles son fumadores que recurren al cigarrillo electrónico como sustituto del tabaco, según un estudio
La otra razón, según Ribes, ha sido la aparición de «noticias positivas» desde que en 2015 el Gobierno del Reino Unido decidió autorizar a los médicos de su sistema público de salud a prescribir los vaporizadores como tratamiento alternativo para dejar de fumar, igual que ocurre en España con los parches o chicles de nicotina. Una decisión avalada por un informe del Real Colegio de Médicos británicos que asegura que el uso de vaporizadores es «un 95% menos dañino» que el tabaco.
El 69% logra dejar el tabaco, no la nicotina
Un estudio de Sigma Dos asegura que el 96,3% de los vapeadores españoles recurren al cigarrillo electrónico como sustituto del tabaco. De ellos, el 69,8% ha logrado cambiar el humo por el vapor; reemplazar por completo el tabaco por los nuevos dispositivos electrónicos de liberación controlada de nicotina consiguiendo así no volver a fumar.
No obstante, pocos logran dejar la nicotina por completo. «La nicotina es la causante de la adicción al tabaco y lo que hace que muchos fumadores nunca logren dejarlo, pero no es una sustancia cancerígena», indica el doctor Fernando Fernández Bueno, cirujano oncólogo del Hospital Gómez Ulla.
Según el doctor Fernández Bueno, los vaporizadores son para los fumadores lo mismo que la metadona para los adictos a la heroína
«Son las sustancias producidas por la combustión del tabaco, como el alquitrán, el benzeno, el amoniaco de los filtros o el pegamento del papel, las que producen cáncer», añade este médico que es también portavoz de la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo.
Se trata de una organización médica de reciente creación que se presenta como una «tercera vía» respecto al enfrentamiento que mantienen desde hace años distintas asociaciones de médicos respecto al uso de cigarrillos electrónicos y sus posibles repercusiones para la salud.
La metadona de los fumadores
«Nosotros lo que pedimos es que el Ministerio de Sanidad nos permita, como ya ocurre en países como Reino Unido, poder prescribir los vaporizadores para esos casi dos millones de españoles que han intentado sin éxito dejar de fumar con otros tratamientos como los parches o los chicles», afirma.
Según el doctor Fernández Bueno, falta información: «La gente cree erróneamente que los cigarrillos electrónicos son tan malos como el tabaco. Pero son un 95% menos dañinos».
Para él, los vaporizadores son para los fumadores lo mismo que la metadona para los adictos a la heroína. Un mal menor que desaconseja completamente para las personas que no fuman. «Es un arma más en la lucha contra la adicción al tabaco, pero está demostrado que los productos que contienen los líquidos de los vaporizadores (glicerina, propilenglicol y nicotina) causan irritación y alteraciones en las vías pulmonares. Vapear es estúpido, pero fumar lo es todavía más», añade.
Riesgos para la salud
Frente a esta opinión, la Organización Mundial de la Salud y asociaciones como la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo o la Sociedad Española de Medicina Familiar Comunitaria (Semfyc) desaconsejan el uso de cigarros electrónicos. Piensan que aún no hay evidencias científicas para recomendarlos y alertan de que su posible uso por parte de adolescentes puede ser la puerta de entrada al tabaquismo.
En este sentido, la FDA de Estados Unidos alertó de una posible «epidemia» en 2017 por el uso generalizado por parte de adolescentes en el país norteamericano.
Por su parte, en su último informe sobre cigarrillos electrónicos, que data de 2014 y está basado en diferentes estudios científicos, el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social alerta que aunque «estos productos se publicitan como inocuos (…) no se pueden excluir riesgos asociados para la salud» y dice que «son necesarios más estudios para conocer los efectos a largo plazo».
Entre otros, Sanidad señala efectos adversos en las vías respiratorias «similares a aquellos asociados al humo del tabaco». Además, dice que «se han encontrado sustancias cancerígenas en líquidos y vapor de cigarrillos electrónicos y se han descrito numerosas intoxicaciones y efectos adversos relacionados con estos productos».